Amigos y amigas visitantes de este blog, lamento profundamente haber estado ausente por varios meses. Algunos problemas y contratiempos me impidieron seguir renovando la páginas. Ya estoy de nuevo, dispuesto darles lo mejor en materia de crónica musical.
En plena acción, cuando ya se aproximaban a quemar su primera etapa
Atilio Morán
Vital, memorioso y apegado a nuestros más caros afectos recordaremos siempre a Don Atilio Morán, expresión genuina de la zulianidad.
Jethro Tull
Demasiado viejo para el rock and roll Demasiado joven para morir
CAS-CONCERT
Tu sitio para compartir el placer por la música, el arte y la vida.
Charly García: controversial y genial
Los dinosaurios
Carlos Antonio Silva
Como Ave Fenix
Aqui estamos para persistir en una pasión, la pasión por la música, el arte y la vida. Borges afrmaba que todo está destinado a convertirse en litetaruta. Yo digo que todas las vivencias y las cosas que nos circundan están destinadas a convertirse en anécdotas y finalmente en crónicas, como forma de condimentar esa vida que se redimensiona en lo que se cuenta.. Como Ave Fenix resurgiendo de sus propias cenizas, vuelvo en nuevo formato e ideas nuevas. Desde hoy quiero compartir con ustedes este renacimiento.
CAS.
Periodista, escritor y crítico de arte
Firme creyente en los poderes de la música para activar la máquina del tiempo.Luchador a tiempo completo contra el olvido.
Album editado a finales de 1967 continúa en la atmósfera del Sargento Pimienta
Cuadernos de la Beatlemanía en Venezuela (6) Un viaje mágico y amoroso a Pepperlandia
Cuadernos de la beatlemanía en Venezuela (6)
Un viaje mágico y amoroso a Pepperlandia
Una odisea signada por el amor, el placer y lo enigmático caracteriza la ruta que nos trazan Los Beatles a partir de 1966 con la incorporación de nuevos códigos expresivos y el inicio de una aventura musical que trascendió los límites del show business . a finales de 1967, el cuarteto de Liverpool nos vuelve a sorprender con un nuevo disco. Considerado por algunos como la continuación del Sargento Pimienta, Magical Mistery Tour (Un viaje mágico y misterioso) es una obra brillante donde hay logros y espacio para la reflexión y el disfrute más allá de cualquier comparación.
Con títulos fundamentales como The fool on the hill, Hello Goodbye, Strawberry fields forever, Penny Lane y All you need is love, por citar 5 de las 11 canciones que integran este álbum, continuábamos nuestra travesía por la tierra de Pepperlandia, dodne una morsa hipócrita nos remite nuevamente a los acertijos de Lewis Carrol en Alicia en el país de la maravillas.
Si es cierto que con este disco aún estamos aún estamos ante la cúspide del pop, también palpamos a unos Beatles auto referenciales que se dan el lujo de reciclar la vieja She love you en un estribillo ratificador de sus raíces. Cuando observo la carátula amarilla con unos Beatles enmascarados y envueltos en colores y estrellas no puedo evitar rememorar mis andanzas por Petare, Los Magallanes y Guatire, justamente cuando Enrique Lazo en una vieja canción de su propia inspiración insistía en promocionar indirectamente este disco pretexto para acercarse a una vélelas de muchacha.
Luego de saborear por un largo tiempo el encanto de The fool on the hill y el tono evocador de Penny lane, nos toco digerir el doble álbum blanco. Con respecto a este disco editado en 1968 puedo decir que en lo personal lo compré y lo perdí en innumerables ocasiones. Para quienes seguíamos la secuencia del universo beatle, la novedad consistía en un afiche-cancionero que contenía el álbum en cuestión. Como complemento, el paquete incluía cuatro fotos a todo color de los fabulosos cuatro. Lo cierto es que en esta época estaba enamorado de Rosita, una hermosa muchacha, quien además de estudiar conmigo en gato Negro vivía por los lados de Los Flores, a escasos metros del Retén de Catia. Como nunca falta un rival, en aquel tiempo se apareció un muchacho sumamente vanidoso que practicaba teatro. En una fiesta trató de apabullarnos y en un descuido le birlé el disco blanco de Los Beatles. Para ese entonces era la segunda vez que tenía el disco en mis manos. La tercera vez lo adquirí en un remate al precio de diez bolívares en la avenida España de Catia. La cuarta vez me lo dejó un amigo en Guarenas. A los pocos meses terminó por regalármelo. Lo malo era que el álbum me lo entregó incompleto. Por un tiempo sólo estuve escuchando la mitad, precisamente aquella donde aparecen piezas como: The happiness is a warm gun, While my guitar gentil weeps, Blackbird, la supercomercial Ob-la.di-ob-la-da, I will y Julia, la cual no pude evitar la tentación de asociarla a una amiga de Santa Cruz de Aragua. La última vez lo compré en formato CD en una discotienda en Maracay. Afortunadamente aún lo conservo.
The Beatles (o Álbum Blanco) es un disco difícil de asimilar porque en él predomina lo misceláneo, la mezcolanza y el contraste de etilos disímiles y hasta contrapuestos de compositores que ya no soportaban la camisa de fuerza que implicaba ser beatle. Aunque carece de la coherencia de los cuatro últimos que le preceden (Rubber soul, Revolver, Sargento Pimienta y Magical Mistery Tour), el Disco Blanco tiene el atractivo de lo plural, la reafirmación de cuatro individualidades y la rebelión de una intimidad asediada, cuando no diluida en el destello de las bambalinas. Con este disco y luego de la aparición del nostálgico Hey Jude nos estamos acercando al ocaso de un sueño colectivo. Eso es materia para otra entrega porque esta historia continuará. casconcert.blogspot.comcartonsil@hotmail.com, casconcert@gmail.com
La Banda del Club de los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta
La Biblia de toda una generación
Cuadernos de la Beatlemanía (5) Sargento Pimienta: la Biblia de una generación
Y así llegamos al momento crucial de esta historia, el punto cardinal desde donde se trazan las coordenadas más resaltantes que nutrirán el movimiento de la llamada contracultura. Se trata del álbum Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band (La Banda del Club de Corazones Solitarios del Sargento Pimienta), editado el 1ª de junio de 1967 en medio de una febril expectativa por parte de una juventud mundial decidida a marcar distancia. Meses antes de su aparición sólo sabíamos que se trataba de un disco con un título muy largo. Al escucharlo por vez primera todas nuestras expectativas fueron superadas ante la contundencia de una obra sin precedentes en la historia de la música popular
Lo primero que nos llamó la atención fue la tapa o carátula, donde un grupo de celebridades (incluyendo los propios Beatles) asisten a un funeral. Observando la tapa en sus detalles, se trata del sepelio del viejo estilo de los Fabulosos 4. En la carátula, según diseño de Peter Blake, aparecen desde Edgar Allan Poe hasta Marlon Brando, y desde Carlos Marx hasta Gandhi y Oscar Wilde, entre otras luminarias históricas.
A la par del impacto visual, Sargento Pimienta proporciona un sonido envolvente cuya primera novedad es presentar un conjunto de 13 canciones entrelazadas sin pausa entre uno y oro surco. De esta manera y ante un auditorio van desfilando cada uno de los temas que conforman un concepto. Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, With A Little Help From My Friends, Lucy In The Sky With Diamonds, Getting Better, Fixing A Hole, She's Leaving Home, Being For The Benefit Of Mr. Kite, Within You Without You, When I'm Sixty-Four, Lovely Rita, Good Morning Good Morning, Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (segunda parte) y A day in the life se presenta ncomo un todo que percibimos como un mensaje ineludible.
Para mi generación el disco fue el dispositivo que nos permitió expresar nuestras angustias, inquietudes e inconformidades. Fue también un boleto expreso para viajar hacia galaxias imprevistas. Fue un disco si se quiere de iniciación, de introspección, el cual presentó viarias vetas de exploración que van desde el mundo de los alucinógenos hasta la incursión en las doctrinas religiosas orientales es como el budismo, hinduismo y hare krsna., motivada ésta última por la influencia de George Harrison.
Pero mas que catalogar el disco como un elemento de incitación al consumo de droga (que no lo es), Sargento Pimienta es ante todo una obra de arte, con infinitas lecturas que ratifican su solidez y permiten el disfrute estético y el ejercicio pleno de la libertad. Bien lo decía Walt Whitman,: “Yo no invito a los hombres ni al templo ni a las tabernas”.
En lo particular puedo decir que el disco me ocasionó varios malentendidos y no poco encontronazos con espíritus conservadores que no entendían qué estaba pasando en su comarca y en resto del mundo. En más de una ocasión tuvimos que salir disparados de fiestas y reuniones ante la arremetida brutal de quienes navegaban entre la ignorancia y la intolerancia. Los lugares donde me tocó disfrutar esta obra capital de la música pop y emblema de toda una generación, fueron distintos. Cagua, Guatire, Los Magallanes, Maracay, entre otros puntos de la geografía que se arremolinan en la ruta de los recuerdos. Aún me vienen a la mente, la ilusión de los muchachos de la calle Ayacucho de Catia queriendo reproducir al máximo del volumen los estruendosos acordes del primer tema para recordarnos que hace veinte años el Sargento Pepper enseñó a tocar a la banda y aunque el espectáculo está pasado de moda, la diversión esta asegurada. Hoy, al volver a la tapa colorida del Sargento Pimienta, sabemos que la fiesta continúa aunque sea en la estela que se desprende de la nostalgia. Esta historia continuará. cartonsil@hotmail.com
Leyenda Foto 1:
La tapa de Sgt Pepper´s diseñada por Peter Blake fue objeto de culto y marca de identidad de toda una generación.
Revolver de Los Beatles
Editado en 1966, este disco marca la ruta de la contracultura
Rubber soul de Los Beatles
El disco Rubber soul editado a finales de 1965
Revolver: Génesis de la contracultura .Cuadernos de la Beatlemanía en Venezuela (4)
Después de escuchar el álbum Rubber soul, nuestras aspiraciones musicales apuntaban más alto. Bajo estas expectativas llegamos al año 1966 justamente cuando el mundo occidental comienza a ser testigo de la llamada contracultura que parece no querer dejar nada en pie. Ese fue precisamente el año de REVOLVER, disco de Los Beatles que sirve para la ampliación de la conciencia juvenil. Para la música pop se iniciaba una era de indagación y efervescencia creativa. Con Revolver también comienza a operarse en el seno de la juventud mundial una revolución espiritual que va a tener su máxima expresión en la revolución hippie, cuya manifestación masiva más visible se palpó en los festivales de Monterrey y Woodstok.
De una cosa estábamos seguros: los gritos de yeah yeah comenzaban a formar parte de la prehistoria de la música rock. En sus nuevas canciones había menos gritos, pero más feeling y nota interior. En tan poco tiempo el mundo había cambiado radicalmente. Cuando entramos en la atmósfera de Revolver sentimos que algo se había desprendido para dar paso a un nuevo sendero, del cual quizás no encontraríamos el camino de regreso.
El disco anterior mostraba a unos Beatles con rostros endurecidos. Ellos habían madurado, y por supuesto, nosotros también. Después comprobamos que esa madurez se trasladaba a sus textos, en su manera de concebir el acto creativo. Ahora más que nunca, la música fluía libre e infinita.
En lo que respecta a nuestra evolución particular, diríamos que se inicia nuestra aventura intelectual con libros como Demián y El Lobo estepario, de Hesse y Narraciones Extraordinarias de Edgar Allan Poe, entre otros autores que nos abren las puertas hacia universos inéditos.
Puedo decir que la manera como obtuve el disco fue producto de una venganza. Había un tipo pedante, muy elegante pero malasangre y además enamorado de mi mejor amiga (Mirna). En la casa todos le teníamos rabia por engreído. Debido a este choque el tipo nos la tenía jurada. En un acto de ingenuidad dejó unos discos en casa de mi amiga. En el lote de LP destacaba Revolver, disco que me sorprendió por su inusual carátula. Una mañana me dispuse a ver de qué se trataba. Lo escuché y quedé alucinado. Recuerdo que lo había dejado a raíz de una reunión que se realizó en la casa de Mirna.
Por pura venganza le birlé el disco. Dije para mis adentros: “éste es un tumbe del cual te vas a lamentar toda tu vida”. En complicidad con los hermanos de mi amiga decidí esconder el disco. Me gustó tanto que no lo devolví. Después vino el reclamo. A pesar de todos sus ruegos no cedí en mi decisión.
Allí estaban Los Beatles en una atmósfera surreal hablando de cosas distintas y además tocando unos instrumentos que sonaban como música china.
Hay títulos memorables como Eleanor Rigby, El Submarino amarillo, Taxman (una canción tripeante de Harrison que sirve para descargar a los cobradores de impuestos), Here, There and everywhere y sobre todo For no one, una canción muy triste pero inmensamente hermosa. Si aún existe alguien quien no la haya escuchado, no importa, For no one vendrá en solicitud de todo espíritu que busca en medio de la soledad una cadena de interrogantes. Pero además de For no one, que deja el sabor de una taza de té con poca azúcar y un aroma discreto, hay otras piezas como She said she said, la optimista Good day sunshine y Tomorrow never knows, tema de corte progresivo que aún hoy nos sorprende. Revolver fue la génesis de los cambios que tendrán su máxima expresión en El sargento Pimienta .Su influencia aún no cesa. Esta historia continuará. cartonsil@hotmail.com
Leyenda Foto 1.
Tapa del álbum Revolver diseñada por Klauss Voorman.
Elvis Presley en acción
El Rey en pleno performance
The Beatles con el disco Help
Foto tomada durante el rodaje de Help en 1965
The Beatles muestran la lozanía de los primeros años
En su pleno esplendor con fama, dinero y juventud
El disco "With The Beatles" inicia el boom de la Beatlemanía
Editado en 1963, este disco sirve de pasaporte apra penetrar el mercado norteamericano
Beatles For sale 1965
The Beatles Yesterday and Today
Cuadernoos de la Beatlemanía en Venezuela (2) !Auxilo, el ayer llegó de repente!
Todavía no se habían apagado los ecos de La noche de un agitado día, cuando Los Melenudos de Liverpool volvían nuevamente por sus fueros. Esta vez se trataba de un disco que a muchos nos pareció demasiado comercial.
Help, era el grito de alguien que nota que su pasado reciente está allí colgando como un fantasma. Atrás quedaban un poco las interminables anécdotas y vivencias que se desprenden de ese álbum que le sirvió de soundtrack a su primera película. En un rincón de la casa de los Zuloaga Palacios me veo y observo a una juventud bailando y batiéndose una en el justo momento cuando el para ese entonces ex Presidente de Venezuela pasaba para saludar a los anfitriones. Si mi memoria no me falla, creo que se trataba de los 15 años de María Fernanda Palacios, contemporánea con este servidor. Todavía percibo el contraste que se reflejaba entre la pipa del viejo Rómulo y los pavos ye-ye danzando el ritual de una generación decidida a sacudir el mundo.
Help me encontró viviendo en Los Magallanes. Recuerdo que fuimos a ver la película en el antiguo Cine Imperial (hoy convertido en un centro evangélico), al frente de la Plaza La Candelaria. Enrique Escalante, Carlos Humberto Agüero, Pedro Segundo Herrera y mi persona conforman el cuarteto que disfrutó y por mucho tiempo tuvo este disco como emblema. Para mi era el tercer disco de los melenudos de Liverpool. Los temas que atraparon nuestro interés inmediato fueron Ticket to ride, It´t only love y You´re going to lose that girl (Tú la vas a perder), cuyo eco en Venezuela tuvo una enorme popularidad en la versión de Los Darts. La pieza fundamental que nos permitió acercarnos a las muchachas fue indiscutiblemente Yesterday. Su encanto es inevitable. Junto a Satisfactions de los Rolling Stones es la canción más emblemática de esa época. Mi primera traducción de Yesterday la hice con un diccionario en la mano, un libro que luego perdí en una manifestación. Un grupo de estudiantes del Liceo Gustavo Herrera habíamos acudido a protestar al frente de la Embajada norteamericana que quedaba en plena avenida Francisco de Miranda, al lado del edificio de la Móbil y al frente del Centro Plaza. En la estampida provocada por la Guardia Nacional al repeler lo que ellos estimaban un atentado a la “seguridad” del local, perdí el libro. Ese día tuve que atravesar prácticamente gateando la avenida Francisco de Miranda a modo de ponerme a salvo de cualquier disparo loco.
Debo decir que nunca he logrado encontrar atractiva otra traducción de Yesterday que no sea aquella, hecha con tanto esfuerzo y a modo de practicar el inglés que me enseñó la profesora Montesano. Tampoco he podido encontrar a alguien que amara tanto la lengua de William Shakespeare como esa profesora. Su sonoridad la encontré en las letras de Los Beatles, en esa poética que aún me sigue cautivando.
Son muchos los ataques y alabanzas que escuché a lo largo de Los Magallanes y sus alrededores en torno al disco HELP. Gustavo Wanloxten lo detestaba porque le sonaba a salsa. Otros decían que era muy comercial para el gusto de quienes tenían una tendencia hacia un rock más progresivo. Sin embargo, a pesar de todas esas críticas, Help tenía el encanto de asociarse con sus autores. Allí estaban unos Beatles lozanos, ingeniosos, jugando a ser ellos mismos.
Enseguida llegó a las tiendas Beatles for sale, el cual viene a reforzar a Help. Este disco, a pesar de haber aparecido antes es menos espontáneo. Los temas no tienen la frescura de Help pero nos obligaban a pensar la música ya con un sentido de experiencia y disfrute estético, además de iniciar la aventura de la imaginación que tendría su punto álgido en la trilogía de Revolver, Sargento Pimienta y Magical Mistery Tour.
Hay temas imprescindibles como I´m loser y Baby in black, cuyos planteamientos musicales son diferentes a Eight to de week y No replay que abren el disco. Igualmente, se pueden encontrar piezas de los clásicos del rock and roll y de compositores no tan difundidos como: Perkins con Honey, Don´t, y Everybody´s trying to be my baby; y Johnson con Mr. Moonlight. Este disco nos acompañó en varias incursiones y excursiones a la playa. I follow the sun y Baby´s in black constituyeron una fórmula atractiva e infalible para las chicas.
Puedo decir que con estos discos (Help y Beatles for sale) comenzaba el final de una era. Con ellos estábamos cerrando el ciclo de la inocencia para adentrarnos al mundo de las tentaciones, de las experimentaciones personales y colectivas. Esta historia continuará. cartonsil@hotmail.com
Palito Ortega-La Felicidad
La felicidad-Digan lo que digan
Cuadernos de la Beatlemanía en Venezuela (1) El Estallido
Tapa del primer disco de los Beatles
Elvis y Catalina de Ucrania en Anacrónicas
Se hacen ilusiones quienes creen que voy a referirme a Elvis Crespo. Las líneas de esta columna estarán dedicadas a Elvis Presley, hijo celebre de Tupelo (humilde pueblo de Mississipi) y astro indiscutible del rock and roll. No tengo nada contra el merenguero, ganador por demás de un merecido Grammy Latino, sino que los recuerdos de mi adolescencia no tienen nada que ver con el creador de Tu carita, sino más bien con Crying in the chapell, Hailhouse rock, Heartbrreak Hotel (Hotel de Corazones rotos), Blues suede shoes (Zapatos de gamuza azul), Tutti frutii, entre otros éxitos de los años 50-60.
Antes de hacer inventario de los puntos que alimentan esta crónica debo advertir que Elvis pertenece a la generación que me antecede. Por lo tanto, mi inclinación por sus canciones fue tardía y de segunda mano, cuando ya Los Beatles eran los reyes del espectáculo. Para quienes ahora frisan los 30 y 20 años, debo explicar que el rock and roll fue en esa época (la segunda mitad de la década de los 50) un verdadero detonante en los gustos y moral de la época.
Comencé a percatarme de la dimensión del astro del rock a partir de la devoción que le profesaba Catalina, una señora algo mayor para mi edad. Nativa de Ucrania, Catalina junto a su futuro esposo había llegado a Venezuela, huyendo de las garras del “padrecito” Stalin. Ella era de temperamento fuerte y de normas muy estrictas. Por el contrario, su esposo Juan Didik (el viejo Juan como le llamaban en la cuadra), era un señor de carácter apacible, y hay quienes lo calificaban de varón domado. Después comprendí que eso que la gente tildan de “sometido” no es más que tolerancia, cualidad necesaria para cualquier tipo de convivencia, incluso la matrimonial.
Los Didik Lazor se instalaron en la calle El Lago de Los Magallanes, creo que a finales de los 50. Como tantos inmigrantes europeos, los Didik adoptaron a Catia como el lugar ideal para edificar una nueva vida que le garantizaran una vivienda decente y un trabajo estable.
Allí, en el año 1965 los conocí. Junto a mi madre Gerónima llegué a vivir en un apartamento tipo estudio que nos alquilaron al módico precio de 80 bolívares mensuales. Para un barloventeño, criado en Caracas y en plena adolescencia era algo difícil e incómodo adaptarse a la rigidez de Catalina y sus métodos labrados en tiempos de post-guerra. Sin embargo la persistencia pudo más que la resistencia que me empeñaba en mostrar ante las normas elaboradas por una inmigrante preparada para enfrentar cualquier eventualidad, incluso la del terremoto de Caracas que nos sorprendió aquel 29 de julio de 1967.
Todavía recuerdo las angustias de Clara Paéz y las gotas del carmen que tuvieron que aplicarles a más de una muchacha y señora que no soportaban la sola idea de un nuevo sismo.
Al adaptarme a la metodología de Catalina tuve como premio el acceso a su mundo interior y lo que es más importante a su imaginario musical. Ella era en esa época una de las pocas mortales que atesoraba una colección de Elvis que sobrepasaba los 20 LPs. Recuerdo que una vez le vendí un disco repetido de The Mamas and The Papas al precio de 16 bolívares. Con el dinero me compré un par de discos de The Beatles (entre ellos el inolvidable Rubber soul). Desde ese día entre nosotros se selló tácitamente una amistad alimentada por la complicidad y el intercambio de reliquias discográficas.
Recuerdo con especial nostalgia, la noche de Navidad cuando Catalina me invitó a cenar a su casa en compañía de su esposo e hijos (Sauco y Oksana). Esa noche me dio a probar un plato típico de su pueblo (estimo que se trate de Golubtsy) preparado a base de repollo (col o berza), con trocitos de cerdo, carne, tomates picados, pasas, nueces, y los más variados encurtidos. Todo esto complementado con una crema agria cortada. Debo confesar que en mi memoria gastronómica este plato está entre los más exquisitos probados en toda mi vida.
Ahora, cuando se celebra el 50 aniversario del primer disco grabado por Elvis Presley es oportuno traer a la memoria estas anécdotas de mi adolescencia ligada indisolublemente a una música que aún es objeto de admiración y homenajes masivos al pie de su tumba en Graceland. Mis recuerdos son más bien humildes. Desde mi casa y revisando mi biblioteca-discoteca bajo cada uno de los discos de mi modesta colección del Rey. No son muchos. Los CD que guardo con gran recelo contienen las piezas básicas, las suficientes para revisar ese anecdotario personal que necesitaba pescar para hablar de un episodio grato de mi juventud.
Mientras la máquina del recuerdo se encarga de revivir cada uno de esos momentos, asisto al evento personal de redescubrir a mi manera al muchacho de Tupelo cuando deleitaba a su corte de seguidores con canciones como las ya nombradas y otras que no puedo obviar. Hound dog (Perro cazador), su último gran éxito Suspicious minds (Mentes suspicaces), la siempre conmovedora That´s when your heartaches begin (Cuando comienza tu tristeza), Don´t be cruell, entre muchos que sirvieron para la conformación de una performance única e irrepetible.
Al escuchar las inflexiones de su voz es imposible no acordarme de Catalina, una inmigrante que a su manera supo llenar de luz y afecto un tramo de mi existencia. ¡Catalina, donde quieras que estés, te envío estas palabras como prueba de mi gratitud por este hallazgo que hoy puedo compartir con los amantes de la música y militantes de la vida!
Palito Ortega y La Felicidad ja ja ja
Escribir crónicas musicales proporciona no sólo el placer de volver a escuchar la música que una vez nos cautivó, sino la posibilidad de establecer un balance justo de ese pasado que en algunos casos sobrevaloramos. Desde la perspectiva de la reflexión es posible extraer algunas claves personales para comprender ese pasado colectivo que nos tocó en suerte.
Mis recuerdos hoy se remontan a principios de los años sesenta cuando estaba a punto de ingresar a la secundaria. Tenía una novia bella que coleccionaba barajitas de Los Beatles y mis inclinaciones musicales iban hacia eso que se llamó la Nueva Ola que resumía las tendencias del pop tímido que nos venía vía San Remo y algunos exponentes de México y Argentina. Para estar a la par de estos nuevos sonidos, los músicos venezolanos más jóvenes trataron de hacer lo mismo que en otros países. De esa manera como respuesta a Los Cinco Latinos, nosotros tuvimos a Los Zeppy.
De los tantos cantantes que nos llegaron montados en la ola de los cambios, recuerdo uno con especial interés. Se trata de Palito Ortega, quien a pesar de mostrar altibajos en su carrera artística, refleja gran parte del espíritu de esa época. Muchas de las piezas de este cantautor, aún hoy mantienen vigencia en sus letras. Otras, desgraciadamente, se han vuelto obsoletas e insoportables.
Ubicado en esa dimensión, que he acordado en llamar boderline, Palito es junto a Leo Dan un cantante de masas, que da para todo, incluso para redefinir las coordenadas del pop en español. Al menos así se lo ha propuesto el mismísimo Charly García, quien accedió a grabar un disco junto al ídolo de Tucumán. Sus temas pegajosos como La felicidad y Corazón contento entusiasman por igual a niños y adultos. Una cuña que usaba como fondo musical un tema suyo, vino a confirmar mis sospechas. Palito Ortega es un músico camp que gusta a todos y está más allá de cualquier generación. A pesar de ese alto nivel de aceptación yo lo tengo como cantante bordeline o fronterizo porque establecen un hasta aquí no se puede pasar porque corremos el peligro de irnos hacia el abismo. Después de Leo Dan y Palito Ortega queda el precipicio o el barranco insondable.
Sin embargo hoy no voy a referirme concretamente al boderline. De ese tema ya escribí en una oportunidad. Quiero insistir más bien en mis recuerdos que se ubican a principios del año 64 cuando junto a mi hermana mayor nos dirigimos a Naguanagua. Allí nos esperaba un compadre con su esposa e hijos. Enseguida entablé amistad con el mayor de los varones (contemporáneo conmigo) Junto a César (creo que así se llamaba) y un grupo de muchachos de la cuadra nos dirigimos en bicicleta al psiquiátrico del lugar.
Uno de los muchachos trató de molestar a uno de los enfermos, sin embargo una señora lo reprendió. Desde una ventana del psiquiátrico, una muchacha con la mirada perdida nos hacía señas para que nos acercáramos. A pesar de mostrar desaliño en su aspecto exterior su rostro poseía un encanto fuera de lo común. Conmovido ante sus ruegos detuve la marcha y me regresé para ver qué quería. Con un poco de miedo me acerqué y le oí decir en una voz casi inaudible: “No te vayas, yo se que tu eres bueno, me lo dice tu mirada. No me dejes aquí padeciendo porque la soledad es un animal con las garras enormes”.
Los días subsiguientes me quedé pensando en las palabras de esta muchacha que a pesar de su locura había tenido un momento de lucidez. Con este pensamiento me regresé a Caracas. Durante el trayecto escuché una canción de Palito Ortega, la cual me asombró por su pertinencia y la claridad de su contenido: “A mi me pasa lo mismo que a usted, /me siento solo lo mismo que a usted./ Paso la noche llorando/ paso la noche esperando/ lo mismo que usted./ A mi me pasa lo mismo que usted/ nadie me espera lo mismo que usted/ porque se sigue negando el amor que voy buscando, lo mismo que usted….”.
Es cierto que el episodio de Naguanagua me conmovió, pero el tren de la alegría había arrancado al ritmo de nuestros sueños juveniles. La verdad es que todavía no había motivo para darle abrigo a los pesares. Una misma canción de Palito Ortega lo confirma rebozando optimismo y esperanza. Esa misma felicidad ja ja (título que también utilizó el escritor peruano Bryce Echenique para uno de sus libros de cuentos) nos remite a ese tiempo cuando todo nos sonreía porque una nueva era había comenzado. Efectivamente, en una semana el mundo había cambiado. El fenómeno de la beatlemanía había llegado a Caracas, y desde ese entonces ya nada volvió a ser igual en nuestras vidas. E-mail: cartonsil@hotmail.com
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Carlos Antonio Silva
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