sábado, diciembre 06, 2008

¿Le gusta a usted la música clásica?


¿Le gusta a usted la música clásica? ¿Es usted acaso un debutante, un aficionado o simplemente un admirador a distancia como aquellos mortales que dicen creer en Dios y nunca van a la iglesia y ni siquiera dejan un espacio para la oración?
Quizás luzca como una pregunta impertinente pero me arriesgaré a responder con los indicadores que me aporta la realidad inmediata y las personas con quienes me ha tocado compartir a lo largo de toda una vida.
Muchas personas en el mundo entero que han palpado de cerca los prodigios de la Orquesta Simón Bolívar bajo la batuta de Gustavo Dudamel estarán jurando que en Venezuela, a juzgar por el alto nivel de sus músicos, es un país amante de la llamada música clásica o académica. Lamentablemente, la realidad es otra. Quienes hoy se solazan aplaudiendo y vociferando orgullo y falsa sapiencia no soportan los 35 minutos del primer movimiento de la Tercera Sinfonía de Mahler, por citar tan sólo un ejemplo.
No nos llamemos a engaños. Aquí en Venezuela como en casi todos los países del mundo la música clásica es apreciada por una minoría. En nuestro país (con muy pocas excepciones) la música clásica es vista con ojeriza y desdén. ¿Cuántos de nuestros compatriotas escuchan por lo menos un hora diaria a Beethoven, Bach, Gustav Mahler, o al mismísimo Inocente Carreño para citar uno de los nuestros?. A excepción de los músicos académicos, estudiantes e integrantes de las distintas agrupaciones sinfónicas y corales, el común de la gente vive y se desvive por los vallenatos, el reggaeton, salsa y todas las menudencias de la música hecha para público masivo. Y tiene que ser así porque todo ha sido planificado para el consumo fácil, sin complicaciones (tal como lo decía con orgullo Porfi Jiménez) y con miras a procurar la máxima rentabilidad a los magnates del negocio del entretenimiento.
Como en política, la gente busca los caminos más fáciles. Por lo general, los candidatos más estridentes e ignorantes son quienes al final resultan favorecidos con el voto popular. Ya hemos visto que votos y dinero no cuadran con el arte y la música. ¿Será por esta razón que los políticos, salvo contadísimas excepciones, son tan indolentes con el hecho cultural?
A muchas de las personas de diferentes niveles sociales y culturales (la cultura no se mide por chequera ni cesta ticket sino con voluntad y predisposición) que aplaudieron y lloraron cuando el maestro Abreu fue honrado con el Premio Príncipe de Asturias, yo les pregunto ¿hasta dónde llega su vocación por los clásicos? Y no vengan con el cuento de la exclusión porque toda la vida han existido canales gratuitos para el disfrute de la música en todas sus manifestaciones.
Cuando no existía esta valiosa herramienta que se llama Internet, los amantes de la música clásica teníamos que ingeniárnosla para acceder a las grandes obras. Una ligera retrospectiva en el tiempo nos llevaría hasta el canal clásico de Radio Nacional de Venezuela y el sello Círculo Musical creado por Aldemaro Romero en los años 60. Después vinieron las colecciones de la editorial Salvat de los Grandes Compositores y Grandes Temas que incluía folletos y cassettes. Una vez instalada la era del CD, a principios de los 90, hizo su aparición la revista Amadeus que se editaba en España con un excelente material informativo además de los discos compactos que servían de complemento y principal atractivo. Esta publicación que duró aproximadamente diez años circulando por estos países constituyó una fuente gran valor divulgativo para quienes teníamos limitaciones económicas para adquirir las obras de los grandes de la música.
En los años 60, quienes teníamos inclinación por la música académica éramos objeto de burlas y bromas de todo tipo. “Música de muertos”, “material para funeraria” y otros calificativos eran el pan y el golfeado nuestros de cada día. Hoy día cuando contamos con una avanzada tecnología que nos conecta con los principales centros de difusión cultural es inaudito que todavía existan personas renuentes a conocer el maravilloso mundo de la música con mayúscula. Mac Luhan hablaban de los medios fríos y medios calientes para medir el esfuerzo que cada uno deposita en el disfrute y aprehensión de un determinado mensaje. En el caso de la música, llámese sinfónica, coral, de cámara, popular, pop, rock, salsa, electrónica, neo folklore o tradicional, es una experiencia única que demanda toda nuestra atención y concentración. A ella debe acudirse sin prejuicios como quien se entrega a un acto amoroso. Nunca se llega a ella por un afán de presumir de culto, ni con la prepotencia de sino con la humildad de quien cree en el milagro del arte. Abur y hasta la próxima!

No hay comentarios: