miércoles, abril 25, 2007

Nostalgia y valor de los 80 (4) La apoteosis del merengue




“Tengo un corazón mutilado de esperanza y de razón
Tengo un corazón que madruga donde quiera”

Burbujas de amor, Juan Luís Guerra

El merengue marcó una etapa imborrable en la historia musical de los 80. Para seguidores y detractores el merengue fue un fondo musical que modeló los sueños de una generación que se refugió en la sonoridad proveniente de Santo Domingo. Tanto fue su influencia que hasta los universitarios tuvieron que sucumbir ante su ritmo entusiasta y arrollador. Los estudiantes reflejaban sus angustias y parte de sus desvelos a partir de las letras de los merengues en boga para aquel entonces. De modo que cuando los estudiantes de la Escuela de Arte de la UCV entonaban en los pasillos aquello de: “Fernanda, Fernanda yo quiero irme contigo a la parranda”, estaban refiriéndose a la María Fernanda Palacios, profesora de ese centro de estudios que tenía andando de cabeza a más un muchacho de aquel entonces.
Ese tiempo lo sintonizo muy nítidamente con el merengue de Juan Luís Guerra y su 4:40. ¡Palabra mayor, poeta! como decía un contertulio quien no se cansaba de repetir hasta el cansancio Burbujas de amor. Cuando llegaba al tercer whisky no quería sino escuchar merengue, preferiblemente Juan Luís Guerra y Fernardito Villalona, a quien vimos y disfrutamos en la Cámara de Comercio en Las Delicias.
En toda esta miscelánea de influencias, recuerdos, aprendizaje y estilos se fue cincelando el espíritu de una década que supo dar cabida a las premisas claves de la postmodernidad. Esta misma sensibilidad nos lleva a convivir en varios espacios culturales, en varios tiempos históricos. Lo barroco y lo moderno, lo étnico y lo electrónico, la ciudad escrituraria interactuando con la oralidad, la vanguardia retrocediendo para nutrirse de las raíces a partir de una nueva perspectiva, menos académica y más vivencial.
El renacimiento experimentado por el merengue durante los 80 está conectado con esa misma postmodernidad que nos lleva a empaparnos sin complejos de toda nuestra herencia cultural.
Aquí en Maracay muchas agrupaciones desfilaron por los escenarios nocturnos para mostrar sus destrezas interpretativas ante un público que entre la devoción y el fanatismo le supo dar sentido a las madrugadas que se extendían a lo largo de la falda del Henry Pittier. Desde el Barbarazo, de Wilfredo Vargas hasta la Bachata rosa de Juan Luís Guerra pasando por Fotografía de Bonny Cepeda y los innumerables éxitos de Fernando Villalona, el merengue estableció su imperio rítmico.
Fue la calidad innegable de las letras de Juan Luís Guerra lo que nos detuvo a valorar el merengue en su justa dimensión creadora. Si quedaba alguna duda de la belleza y poesía del merengue, allí teníamos verdaderos versos hechos canción como estos: “Te regalo mis manos/ Mis párpados caídos/ El beso más profundo/ El que se ahoga en un gemido/ Te regalo un día de otoño entre abril y junio/ Un rayo de ilusiones / Un corazón al desnudo”.
De esas noches inolvidables recuerdo la del sábado 5 de septiembre de 1987 cuando en compañía de Manuel Cabesa y Carlos Alberto Mendoza disfrutamos una velada que nos entretuvo casi hasta el amanecer. Antes de partir del Búho, Juan Antonio Ruiz, Director de la Orquesta Fascinación nos invitó para un sancocho que se haría en Mata Seca. Al día siguiente, nos entretuvimos en otros asuntos, y no pudimos acudir a la cita en un lugar que se transformó en una verdadera pesadilla a causa del desbordamiento del río El Limón que enlutó a numerosas familias aragüeñas. No hace falta ahondar sobre tan terrible hecho que por varias semanas fue razón para que la bachata callara su voz. Esta historia continuará. casconcert.blogspot.com cartonsil@hotmail.com, casconcert@gmail.com

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